viernes, 13 de junio de 2008

De honoris, exámenes y blogmanía

Ya de vuelta de mi viaje por Alcalá y Madrid, me dedico un poco a La Blogmática. Ha merecido la pena: el acto de investidura como honoris causa del Prof. Mir estuvo muy bien, desde la laudatio del Prof. Luzón, pasando por el magnífico resumen de la evolución de la dogmática penal de Mir Puig, realizado en su discurso por el propio profesor, hasta el discurso del Rector de Alcalá, breve pero sentido y del que resalto una excelente frase que él habrá repetido en muchas ocasiones pero que yo nunca había oído: “reconocer que todos somos iguales en derechos pero no iguales en méritos es fundamental para la subsistencia de lo que deben ser las universidades”. Huasss…, mejor difícil. Bueno, sí, hubo algo mejor, el ver de nuevo a buenos compañeros de profesión, sentirse querido por algunos de ellos, conocer y saludar por primera vez a otros nuevos e, incluso, estrechar la mano de algún genio del Derecho penal que uno siempre ha admirado, “aunque sea en secreto”. Por cierto, La Blogmática parece haber sido bien recibida por muchos que me animaron a seguir con ella. Gracias de nuevo por el afecto.

Pero yo iba a hablar de exámenes. Sí, y es que mis queridos alumnos de la licenciatura de derecho en la Universidad Miguel Hernández de Elche tienen examen conmigo desde el lunes hasta el miércoles (oral los de tercero, escrito los de segundo). Partiendo de que para ellos siempre será un millón de veces peor que para mí el examinarse, lo cierto es que la época de exámenes también puede frustrar mucho al profesor si ve que no ha sido capaz, en muchos casos, de lograr el objetivo principal de los meses anteriores de tarea consistente en enseñar la disciplina a sus alumnos. Después de haber trabajado con un grupo durante tantas semanas, hay que tratar de valorar las cosas positivamente, empatizar con los estudiantes y no implicarse emocionalmente dado que uno no dispone de toda la información respecto a los condicionantes de un buen o mal examen. Pero eso sí, hay que valorar y evaluar, y aunque el concepto “evaluación continua” parece querer quedarse con nosotros por mor de “Bolonia” (que ha pasado de ser una preciosa ciudad del norte de Italia a un concepto que provoca temor e irritación en los profesores de todas las áreas de conocimiento excepto psicopedagogía), el examen final sigue siendo el principal instrumento utilizado por los profesores para ello. Quizás llegue un momento en que sea más sencilla la utilización de otros métodos de evaluación diferentes al examen final, quizás cuando los contenidos se reflejen bien en las cargas docentes, o cuando se valoren verdaderamente las iniciativas docentes de evaluación continua, pero, mientras, conviene recordar a nuestros alumnos que: 1. El examen es una gran responsabilidad para el profesor, que debe evaluar con la máxima justicia los conocimientos adquiridos por el alumno. Por ello el método utilizado por el profesor para la realización del examen, suele relacionarse con la forma en la que considera más factible una correcta evaluación del alumno; 2. La persona, de las dos que interactúan en un examen, que más influencia sigue teniendo en la determinación de la calificación final, es el estudiante (nunca mejor dicho, por otra parte). El estado anímico del profesor, las preferencias personales u otro tipo de factores relacionados con el docente no influyen en la calificación final. Eso sí, el examen es un sistema falible, pues el alumno puede tener un mal día, no haber comprendido bien algunos conceptos aunque sí lo haya hecho con la mayoría de los otros. Por eso hay que prevenir y asegurarse, con más estudio, que la aparición de esos factores no incida excesivamente en el resultado final.

Suerte, pues a todos, aunque a todos también la suerte tenderá a ser proporcional a la cantidad y calidad del estudio realizado previamente.

Pd. Jesús, si tú quieres que la llame blogmanía, y no blogmática, así se quedará.

Un saludo a todos. Fernando

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